El grillo es un ser musical. Empieza a cantar al romper el alba.
Pero se lo oye mucho más alto y vociferante, pues tal es su naturaleza,
a la hora del mediodía, porque está embriagado por los rayos del Sol.
Cuando el cantor chicharrea, convierte el árbol en un estrado
y el campo en un teatro, y ofrece un concierto a los viandantes.1
De: Epístolas de Teofilacto de Simocata,
primera obra publicada por Copérnico, 1509.