: me heredaste una biblioteca y un enigma. En presencia de tus miles de libros, entre el derrumbe de lo construido, jalaste tu último aliento con una leve sonrisa en la boca, como si tras la guadaña te esperara la purificación más dulce. Yo que nunca juro, te hago un juramento: voy a tratar de entenderte, te voy a inventar para darte el entierro que no tuviste. Inician ahora nueve meses del luto de las palabras, de entenderte mediante lo que dejaste atrás. Marguerite Yourcenar decía que una de las mejores maneras de conocer a alguien es a través de sus libros. Algo de verdad debe haber ahí.