Dios fulmine a la que escriba sobre mí

Los objetos son inertes y sólo tienen significado en función de la vida que los emplea. Cuando esa vida se termina, las cosas cambian, aunque permanezcan iguales. Están y no están allí, como fantasmas tangibles, condenados a sobrevivir en un mundo al que ya no pertenecen.

Marguerite Yourcenar decía que una de las mejores maneras de conocer a alguien es a través de sus libros. Algo de verdad debe haber ahí.

Espero que mis gatas del futuro sean grandes lectoras porque, como van las cosas, serán mis herederas universales.

veces la melancolía me invita a escribir mi propio monumento, en el que papá carezca de asperezas, y de paso me evite que lo juzguen con la dureza con que yo misma lo juzgué. Hacer un héroe. Un poeta incomprendido en contra del mundo. Un panfleto de amor.

objetos de quien muere son algo así como utilería en una película que ya se terminó de filmar. Reposan en el limbo de haber cumplido su propósito.

El abrazo más necesario. Somos también lo que hemos sido para las demás.

Ese regalo que daba a todo el mundo, sin importar si lo querían, sólo para declarar mantras callados: soy esto y me importas. Soy el que regala libros a quienes no leen. Soy el que no tiene dinero más que para dar y dar esos objetos cada vez menos certeros. Soy esto y me importas mucho

De manera indirecta, a pesar de todo, encontró formas de hallarse conmigo. A través de los espacios y vacíos, nos vimos afuera del metro Eugenia años y años, y me siguió entregando ese peculiar paquete, un libro, sobres de atún y doscientos pesos, en el que guardaba todos los sentimientos que no podía enunciar

Compartía sus conocimientos, no como datos, sino como un regalo de ternura y entusiasmo

El abrazo más necesario. Somos también lo que hemos sido para las demás