Y sin embargo, no te atreves a tocarla. No lo has logrado en todo este tiempo. Has visto algunos títulos de refilón, otras personas te dicen qué hay ahí y hasta leen alguno al azar. Tú sólo miras los remanentes del naufragio con el corazón muerto. Quizás por eso la primera intención, hace ya un año, fue venderlo todo. Deshacerte cuanto antes de esta carga, como hicieron tu hermano y tú con el resto de sus cosas. Luego, conforme los meses han pasado, decides que la vida no puede ser esto. Que no puedes ir por ahí cargando un cadáver.