Leemos en distintos contextos profesionales y de ocio, en varias lenguas y entornos culturales. Con ello nos alejamos de la concepción de la lectura como una actividad silenciosa, individual, privada, y va sumándose a estos calificativos una dimensión más colectiva, social y activa ante el objeto transmisor de cultura y conocimiento que no acaba cuando cerramos las páginas de un libro.