La epopeya que vivieron griegos y troyanos en la guerra de diez años hace más de tres mil años y que Homero contó en la Ilíada en un largo texto que recrea el nacimiento de la civilización occidental, además del inicio de nuestra literatura, sirven de pretexto y línea argumentativa a Armando Ramírez para trasladar varias de esas historias a un México, D.F. de hoy (o de un pronto inminente), un Centro Histórico donde el pasado antiguo y el presente que transa conjugan las decisivas intervenciones de los dioses y semidioses del Más Arriba.
Porque las pasiones continúan caracterizando a la personas; y el amor, la posesión, los celos, la traición, la envidia, la admiración y la misma pasión desbordada están en esta Tepiteada, que narra el rapto de la Negra, pareja del Diablo, el violento y salvaje asedio a Palacio Nacional, el sangriento rechazo, las épicas batallas, y el largo desfile de las figuras míticas de Calcas, Anquistes, Glauco, Ayante, Telemamón, Hipoloco o Néstor, quienes resienten cómo el fiel de la balanza se inclina por la acción o traición de los dioses o diosas, semidioses o semidiosas como La Señora de las Tienditas, El Señor de los Teibols, el Otro Señor de los Cielos, La Señora de los Ambulantes, al mando de los Vándalos, los Gañanes, los Gandules o los Pránganas. Entonces, lo que aquí se relata es una historia de amor y guerra, con un ritmo y lenguaje ágiles que, de muchas maneras, invita a la relectura.