Aprender a bientratarnos requiere un trabajo personal y colectivo, y no es fácil porque, por una parte, solemos reproducir el automatismo del maltrato aprendido, que funciona como guion de vida. Y, por otra parte, porque hemos de comprender una serie de conocimientos básicos del desarrollo humano, de los procesos emocionales, psíquicos y relacionales, que generalmente desconocemos, y por lo tanto no practicamos, y que deberían enseñarse en las escuelas –y en las familias– como un aprendizaje para la vida, para un crecimiento humano más pleno.