Imagina que un día te levantas y, de repente, te has convertido en un anciano. Imagina que ese mismo día acuden a tu mente recuerdos difusos de situaciones que habías olvidado y personajes que fueron épicos en tu existencia. Momentos que creíste irrelevantes y que ahora, en la maraña irreal que crean los recuerdos, se declaran como decisivos. Imagina que tu esposa, en un proceso lento e inverso al tuyo, rejuvenece cada minuto más, encaminándose irreversiblemente hacia su adolescencia, su infancia y su posterior desintegración en la nada. Imagina que detrás de todo eso, hay una mano que te empuja hacia un destino irresoluble, hacia un viaje inédito cuya estación final desconoces.
La Maraña del Tiempo narra la historia de Arcadio quien, junto a su esposa Clara, sufre un extraño -nunca mejor dicho kafkiano- proceso vital que lo conduce a repasar los acontecimientos más importantes de su vida para darse cuenta de que no todo es lo que parece. En ese proceso, chocará con un mundo donde los acontecimientos no discurren del presente hacia el futuro, sino que todo es una especie de viaje a ninguna parte, un bucle irreal.
Repleto de extraños personajes que no son lo que representan (un vampiro, un fantasma, una periodista que confunde gastronomía y física cuántica, el mismo Arcadio, un científico que se abraza a la filosofía más platónica, etc.) con una prosa quebrada que discurre desde la sensibilidad más exquisita al exabrupto más procaz, pasando por contundentes reflexiones acerca de la ciencia y la religión, La Maraña del Tiempo es un libro para leer completo, pues hasta el último capítulo no se entenderá el singular viaje del narrador.