Una de las cosas que enseñan a los hombres es a ser extrovertidos, independientes, que el mundo les pertenece, que la calle que caminan es solo suya, que no corren peligro y no pierden nada porque al cabo son hombres. Mientras que a las mujeres no solo les enseñan lo opuesto: ser introvertidas, mesuradas, calladitas pero bonitas, que corren peligro, que hay que sufrir para merecer… sino que en la práctica y en la realidad, ¡efectivamente corren peligro!