Transporte a la infancia

El mismo joven llamó a otro joven, y ese otro joven llamó a otra joven, se formó un grupo para saber en qué fila ponerme (adultos siendo estúpidos con las infancias, qué novedad).

Con el tiempo, esto que tanto critican en las revoluciones del género y los feminismos, para mí se volvió una forma de apapachar a las personas que quiero y están cerca. Limpiar puede ser relajante ante el estrés. Y a mí me gusta, desde entonces, ser ama (y dueña) de casa. Porque, como dijera Pita Amor: “Yo soy mi casa”.

Así que sí, las mujeres, todas las mujeres, parimos y damos vida… porque somos vida.

Y qué jodida estaba mi existencia que a pesar de la persecución conservadora, al menos no me sentí ya sola. Había más personas “raras”. Y ahora, a cada uno le tocaría huir de la chota.

muchas de las mujeres y hombres, cuando consiguieron alguna independencia económica de los padres, pudieron crearse cierta seguridad para tomar agencia sobre su sexualidad y en concreto sobre su orientación sexual (nadie sobre la expresión de género y la identidad de género).

Nadie hablaba de las infancias, y menos aún de las infancias trans.

la criminalización de la masculinidad y no solo eso, era además la criminalización de la masculinidad aunada en concreto a la satanización de la pobreza

Si analizamos en concreto esta modalidad llamada bullying, de fondo y forma no es otra cosa que violencia de género

Yo soy una sobreviviente de toda esta basura escolar.

Comenzar por llamar a las cosas por su nombre y señalarlas como son, desde su raíz, puede ser un gran paso y una excelente detonación antipatriarcal contra la violencia de género en las escuelas, espacios y aulas de niños y niñas (que también son ciudadanía, actores políticos y sujetos de derechos). Hay que reconocer que estas violencias no son bullying sino machismo, misoginia