La infancia del mundo

La Pampa pasó de ser un árido y moribundo desierto en el confín de la Tierra, resecado por siglos de monocultivo de girasol y de soja, a la única vía, junto al Canal de Panamá, de navegación interocéanica de todo el continente.

Ahora solo quedaba huir hacia las playas de Santa Rosa en busca de venganza, a asesinar y contagiar a la gente rica y a los turistas extranjeros que tantas penurias habían causado a su madre y, por transitividad, a ella misma.

si la Tierra no puede nunca terminar es porque una inutilidad permanente late en su interior, y es una infancia que siempre amenaza con volver,

todos los éxtasis del tiempo persistían en una sola presencia, un unánime trance que confluyó en tu infancia, el origen eterno del mundo que nunca dejaba de empezar, otra vez y otra vez y otra vez,

después viajó a tu presente donde te picó e infectó con su virus por siempre

viajó al año 2272 a la colonia de vacaciones en Victorica y se mató a sí misma y así evitó la peste del dengue y su monetización en la Bolsa,

lo que lograba la anarquía primigenia que gobernaba esa infantil inteligencia geológica no solo era confundir todas las cosas que son y no son sino también los ahoras y ayeres y mañanas que fueron y no fueron y son y no son y serán y no serán, y entonces no solo no había manera de distinguir una cosa de otra, sino ni siquiera una misma en distintos momentos pasados y futuros del vértice ciego que es este ahora.

era un mero artificio de la mente, porque un punto que incluye todos los puntos no puede existir en ningún lugar de la Tierra si no es sacudiendo los goznes que esclavizan al Tiempo.

la niña dengue, razonó que para volverse La Gran Anarca debía zambullirse en el pozo donde la chispa de la previda latía, donde el ser y el no ser y lo vivo y lo no vivo se indistinguían sin forma ni concierto.

–¿Quieres que hablemos de La Gran Anarca?

Se reventó la cabeza con la piedrita y se fundió en la oscuridad más absoluta.