¿Por qué somos llamados tú y yo a compartir nuestra fe? La respuesta es simple: de eso dependen nuestro propio crecimiento espiritual e incluso nuestro destino eterno. Testificar no tiene que ver con llenar la iglesia con miembros nuevos. No tiene que ver con el crecimiento institucional ni con alcanzar objetivos. Compartimos el evangelio a fin de glorificar a Dios y preparar a la iglesia para encontrarse con Jesús cuando regrese. Y logramos eso al compartir a Jesús.