Sin causa aparente, el cuerpo de pronto sabe que el dolor llegará. Una sensación extraña, un asomo de malestar que inquieta y predice otro, mucho alcalde; y tarde o temprano llega, en relámpagos, en un ataque brutal que se concentra en el ojo, que cubre la mitad de la cabeza con un velo impenetrable de oscuridad. Es el dolor de la migraña en racimos. Una dolencia tan brutal, pero de la que se sabía poco hasta hace algunos años, pues no hay afectación a un porcentaje tan alto de pacientes comparados con otras aflicciones. Al comentar casos individuales y al analizar la farmacopea y las prácticas médicas, el autor abre un panorama al que pocos lectores han tenido acceso: el tormento que sufren los pacientes de este mal y su búsqueda desesperada por encontrar alivio. Los cefaleas que asolaron la casa familiar, sus intentos con la medicina alternativa, sus diálogos con otros migrañosos, su búsqueda de conocimiento en los libros como una forma de encontrar consuelo y, al mismo tiempo, empezar un sanar.
«El arte existe porque el mundo está mal hecho. Nada lo capta mejor que un cortocircuito. Por eso, la literatura de Hinojosa saca chispas.» Juan Villoro