En toda relación sentimental existen dos relatos, dos versiones casi siempre superpuestas y algunas veces coincidentes. A partir de esta premisa, Vidas paralelas se asoma a la intimidad de cinco ilustres parejas de la época victoriana, cuando el divorcio era motivo de escándalo y el «hasta que la muerte nos separe» se tomaba en un sentido literal.
Combinando la erudición histórica y literaria, la crítica feminista y el «chismorreo de altura», Phyllis Rose somete a examen el desastroso matrimonio de Charles Dickens y Catherine Hogarth, pero también el romance de George Eliot con George Henry Lewes, curiosamente la pareja más feliz del libro y la única que no pisó el altar. Entre ambos extremos aparecen John Stuart Mill, empecinado en encarnar la igualdad de género; John Ruskin, incapaz de consumar el matrimonio en la noche de bodas, y Thomas Carlyle, que tuvo que leer los diarios de su esposa muerta para comprender lo desdichada que había sido a su lado.
Desde que se publicara en 1983, Vidas paralelas se ha convertido en un clásico de culto y un referente para escritoras de la talla de Hilary Mantel, Nora Ephron, Jia Tolentino y Sheila Heti. Su agudo análisis del matrimonio, como institución social y política, no ha perdido un ápice de vigencia y, todavía hoy, nos interpela y nos invita a cuestionar un molde narrativo que «ha determinado la historia de nuestras vidas en mayor medida de lo que solemos admitir».