En La barca sin pescador, escrita en 1945, Alejandro Casona presenta una crítica a una actitud que siempre se puede dar en el hombre, especialmente en el tipo de personas en que el autor la sitúa, los grandes financieros. Casona condena a quienes están dispuestos a saltarse todas las normas morales para conseguir sus objetivos económicos y cifra en los sentimientos elementales del ser humano la posibilidad de redención. El autor dividió la obra en tres actos por suceder la acción en tres momentos diferentes. El ingenio de la trama, la belleza de la palabra, la gradación de la tensión dramática y el hondo calado de los problemas planteados cautivó la atención de los espectadores, ya que esta obra es una de las más significativas del teatro de Alejandro Casona.