La vida de Filip tiene una constante: la violencia. ¿De qué manera nos podemos defender de la gente que nos molesta o se burla de nosotros? Al menos eso piensa él, hasta que le ponen un límite que es a la vez un desafío. Ahora tendrá que tomar unas vacaciones en Dinamarca, lejos de las pandillas y del precipicio en ue está cayendo su vida. Tres meses sin golpes en un lugar donde no conoces nada ni a nadie parece fácil. En realidad, no tan fácil para un muchacho de catorce años acostumbrado a los puñetazos y a la discriminación.