Una Ylandra fragmentada se sumerge en un mar de desaliento. Es el precio que sus habitantes han pagado por una guerra que solo unos pocos han ganado. La república y La Escuela, en el pasado importantes aliados, se convierten en enemigos a consecuencia de actos genocidas, asesinatos, mentiras y conspiraciones. Unos demandan autoridad. Los otros justicia. Ajenos a esa lucha, la Orden de Addai, al borde de su extinción, se afana por encontrar la forma de salvarlos a todos. Pero los juegos de poder lo devoran todo y sacuden una nación ya de por sí marchita que se disputan reyes de otros tiempos, déspotas sin alma y dioses clamando venganza. La profecía se cumple. El mundo se doblega. Ylandra comienza a sangrar. Su única esperanza grita de rabia, incendia sus ciudades y arrasa por donde pasa. El pueblo anirio exige con una violencia irrefrenable lo que nadie pretende concederle: su libertad. Solo existe un camino hacia la salvación. No habrá un mañana para Ylandra si no abraza la revolución.