había sentido joven y débil, tal como ella pensaba que la gente mayor debía sentirse, joven y débil; una humildad ante todo lo que ella no dominaba, y al mismo tiempo, sin necesidad de aprender o experimentar nada más. Había estado tan agradecida, había estado tan satisfecha. ¿Cómo seguir viviendo entonces? Había terminado con él y abandonado la pequeña familia. Había estado satisfecha, pero sabía que era demasiado joven para estar satisfecha, que no podría vivir así el resto de su vida. Por eso se había alejado de él, había querido deshacerse de la certeza de que estaba bien morir, deshacerse de la sensación de estar satisfecha con la experiencia. Quitarse eso de encima. Recuperar la angustia por la muerte. Pero nunca se había quitado de encima la sensación de vivir en tiempo extra.