Ruskin visitaba solemnemente a sus solemnes tías de las afueras; Dickens se atareaba en una fábrica de betún; Carlyle, una pizca más viejo, se rezagaba aún en una pobre granja de Dumfriesshire; Keats no hacía mucho que se había convertido en el ayudante de un médico rural cuando Browning era un muchacho en Camberwell.