era un animalito asustado todavía por los tronidos de los cohetes y el fuego que le quemó no solo la pierna, la pierna era lo de menos, que le jodió el taller delante de la casa y le quemó la mitad del lugar donde vivía, el fuego que dejó inhabitable su patrimonio y lo convirtió en un huérfano por segunda vez, en un perro de la calle al que la hermana y la hija de la hermana le echaban de comer, un perro que se asusta con los cohetes, que se va a espantar cuando vea un brillo en la noche y sienta que la noche está crujiendo.