es
Books
Laurie Lee

Sidra con Rosie

  • Dianela Villicaña Denahas quoted4 years ago
    Las hermanas estaban a punto de casarse, como he dicho. Harold trabajaba en el torno de la fábrica. Jack estudiaba en el instituto con resultados excelentes; y Tony aún tenía una excelente voz de tiple. Mi madre me conocía a medias pero no podía ayudar. Yo me consideraba condenado y nada menos que maravilloso
  • Dianela Villicaña Denahas quoted4 years ago
    de pronto, nubes y estrellas eran para mí solo y las voces me habían elegido entre todos los vivos y me llamaban a redimir al mundo; y yo gemía de soledad, me sonrojaba cuando tropezaba, me gustaban los desconocidos y el pan con mantequilla y hacía largos viajes en bici bajo la lluvia, atisbaba desconsoladamente por las ventanas encendidas, sonreía irónicamente al pensar lo poco que me conocían y vivía en un estado de violenta excitación
  • Dianela Villicaña Denahas quoted4 years ago
    En cuanto a mí, la hierba me parecía ahora más alta y más acongojante y los árboles tenían la textura de la piel y ya no se podía tratar a las chicas alegremente, pues eran unas criaturas de imponente tristeza
  • Dianela Villicaña Denahas quoted4 years ago
    Nuestra madre estaba ya canosa y era un poco más atolondrada; hablaba y hablaba sin cesar de mansiones que jamás tendría
  • Dianela Villicaña Denahas quoted4 years ago
    Podías ver tu propio cambio en las caras de los aldeanos; y el cambio de ellos mismos en sus hábitos
  • Dianela Villicaña Denahas quoted4 years ago
    El tiempo se iba ajustando y la aldea se encogía y las distancias se acortaban
  • Dianela Villicaña Denahas quoted4 years ago
    El propio cuerpo no era ya un saco de entrenamiento al que se lanzaba contra los árboles y se tiraba por las cuestas, sino un tótem telescópico que hacía peticiones extrañas de las que podíamos satisfacer muy pocas aún
  • Dianela Villicaña Denahas quoted4 years ago
    Las chicas iban a casarse; el hacendado Jones había muerto. Los autobuses iban y venían y las ciudades quedaban cada vez más cerca. Empezamos a ignorar el valle y a volvernos hacia el mundo, cuyos placeres eran más anónimos y más apetitosos. Llegaron con rapidez y estábamos esperándolos. La señorita Bagnall daba sus bailes de a penique todas las semanas y en ellos íbamos familiarizándonos con las formas femeninas. Por un penique podías bailar con ellas el Lancer y el Two-Steps y deslizarte por el suelo resinoso de La Cabaña, pero si levantabas a las chicas del todo en el aire, la señorita B cerraba el piano y teníamos que marcharnos a casa
  • Dianela Villicaña Denahas quoted4 years ago
    Hacía un momento, ciego de ira, había estado dispuesto a matar por mi familia. Ahora, la ira había desaparecido; se había esfumado del todo. Me asqueaban sus arrullos y sus ternezas; me acerqué a la chimenea, me alcé el camisón por detrás para calentarme los riñones…
  • Dianela Villicaña Denahas quoted4 years ago
    Había intentado llevarse a nuestra hermana (muy dispuesta a seguirle) y había faltado poco para que le matáramos entre todos. Y ahora, también súbitamente, todo el mundo estaba besándose, llorando, abrazándose, perdonándose. Madre le echó los brazos al cuello al muchacho y casi le estrangula de nuevo, esta vez de afecto. Toda la reunión se trasladó a la oscura trascocina, entre suspiros y murmullos
fb2epub
Drag & drop your files (not more than 5 at once)