las palabras de Hermann Göring, el Reichsmarschall de Hitler, quien, en 1946, tras ser condenado a muerte por crímenes contra la humanidad, señaló:
Como es natural, la gente común no quiere la guerra; ni en Rusia, ni en Inglaterra ni en Estados Unidos, ni, de hecho, en Alemania. Esto se sobrentiende. Pero, después de todo, son los líderes nacionales los que determinan la política y es siempre una tarea sencilla arrastrar a la gente, ya se trate de una democracia, una dictadura fascista, un parlamento o una dictadura comunista. [...] Con voz o sin voz, la gente siempre puede ser conducida hacia las intenciones de los líderes. Esto es sencillo. Lo único que hay que hacer es decirles que están siendo atacados y denunciar a los pacifistas por su falta de patriotismo y por exponer al país a riesgos mayores. Funciona de la misma forma en todos los países.