El occidental cree que en Cristo hay dos naturalezas, una divina y otra humana. No le cuesta trabajo pensar así, porque en su intimidad encuentra esta misma división entre sus creencias religiosas y su actividad temporal. El oriental sólo admite una naturaleza en Cristo (monofisitas), que es la naturaleza divina, y cree que la apariencia humana era sólo un accidente sin importancia, porque no puede comprender dentro de su alma semejante escisión de la personalidad. Es decir, que tanto el occidental como el oriental, se imaginan a Dios con las características anímicas propias.