Una persona a quien la vida le ha enseñado que en lo más profundo solo hay claridad y quietud, un hombre experimentado, al que los muchos días y años habían vuelto sencillo. La otra, que aún no había sentido la vida, porque, como enmarañada en la oscuridad, se la había pasado ensimismada en reflexiones, y captó el primer rayo que le llegó del mundo de la luz en lo más profundo de su interior, reflejándose en un resplandor monocromático y silencioso. Y ambos estaban solos entre los hombres, por lo que se hicieron muy cercanos. La diferencia de género no cumplía ningún rol entre los dos.