Cada pieza es un documento –¿de cultura y de barbarie?–. O se diría más bien cada pieza es un documento de sí misma, un documento de su elaboración sin duda, de un “eso ha sido”, pero un “eso ha sido” configurado, congelado en el instante de autonomizarse de las manos de su productor. Desde luego la pieza o el documento sólo pueden atestiguar por sí mismos, no tienen voz. El atestiguar es dar prueba, ratificar o confirmar que algo ha sido, algo ha tenido lugar. Atestiguamiento a partir de categorías de espacio y tiempo (comunes, hegemónicas). La pieza mientras tanto permanece en su singularidad.