Financiada por la corona española, la Expedición Malaspina (1789–1794) fue un proyecto tan ambicioso como arduo de llevar a cabo. Su misión era el relevamiento del perfil hidrográfico de toda la vertiente occidental americana y de las Islas Filipinas y el trazado de derroteros seguros para la navegación mercantil. Pero al objetivo principal se le sumaron otras actividades: parte de la tripulación estaba compuesta por destacados científicos encargados del estudio, el análisis y la recolección de distintos elementos de la botánica, la zoología, la geología y la paleontología y de ilustradores cuyas detalladas imágenes ocupan un lugar prioritario en esta memoria. Al mismo tiempo, se elaboró un vasto caudal de informes, descripciones y vocabularios de pueblos americanos y oceánicos de indudable valor etnográfico y se registraron los detalles de la navegación, los incidentes meteorológicos, las instrucciones y protocolos que debían seguir para ubicar y emplear los cuartos de círculo y los teodolitos.
Recién en este siglo se ha comenzado a justipreciar que la importancia de la información obtenida coloca esta obra a la par –si no más arriba— de clásicos de la literatura de viajes como los escritos por Bougainville y Cook. Esta nueva edición anotada y comentada del Viaje científico y político de Malaspina, que presenta La Colección Reservada del Museo del Fin del Mundo, apunta a consolidar este reconocimiento.