«No es una novela, aún menos un poema y aún menos una crónica histórica»: así pre-sentaba Lev N. Tolstói su monumental Guerra y paz, que, publicada por entregas en la revista El Mensajero Ruso entre 1865 y 1867 y en forma de libro en 1869, no dejó de causar desconcierto en su tiempo y luego, hasta nuestros días, apasionados intentos de definición. El propio autor decía que los libros más relevantes de la literatura rusa -como Almas muertas de Gógol y Memorias de la casa muerta de Dostoievski— se resis-tían a encajar en ningún género literario «europeo». Y tal resistencia no es difícil de apreciar en una obra que sostiene que tanto la vida humana individual como el curso colectivo de la historia avanzan no por el «camino del pensamiento lógico» sino por «un camino distinto, directo y misterioso»… que tal vez se encuentre únicamente cuan-do no se busca. Los principales personajes componen un cuadro representativo de la aristocracia rusa de principios del siglo xix: la aristocracia terrateniente, como la familia Bolkonski, histórico orgullo del Imperio, o su contrafigura los Rostov, torpes, atribula-dos, sin prestigio; la aristocracia cortesana, como los Kuraguin, consumados profesiona-les de la intriga; y, en el centro, la figura del ocioso conde Pierre Bezújov, heredero de una inmensa lórtuna que se dedicará a gastar en la accidentada búsqueda de algo que dé sentido a su vida. Tolstói une sus peripecias en la época de las guerras napoleónicas a los de las figuras históricas y a los de la gente común, abarcando lo épico y lo domés-tico, lo público y lo íntimo, a menudo desde perspectivas inesperadas: no solo la de un alto mando contrapuesta a la de un ordenanza, sino hasta la de una niña de seis años… o la de un caballo.
Esta traducción, a cargo de Joaquín Fernández-Valdés, es la primera completamente nueva en español en más de cuarenta años.