Excelente libro. Da luz a un problema latente en Centroamérica del cual acá en Sudamérica no sabemos mucho y además de eso enseña una lección muy valiosa sobre periodismo. Muy recomendado.
Brutal. Demoledor. No hay una sola palabra de más, pero las que que están parecen insuficientes para transmitir el horror y la podredumbre. Una visión descarnada, sin concesiones, sobre el oficio de periodista y su capacidad, casi nula, de influir en el curso de los acontecimientos. Muertos anónimos, muertes atroces, en una vorágine de violencia que azota a El Salvador, pero también a México, en esta confesión, reportaje, memoria, que me hizo recordar las palabras de Dante: Ustedes los que llegaron abandonen toda esperanza.