Supongo que el mundo tiene cosas mucho más interesantes, pero, para mí, tu aparición fue algo fascinante, no sólo por tus gracias, sino porque supiste convertirte en alguien imprescindible.
Hay, sobre la arena, blanca y luminosa, una sábana gigante igual de blanca. Las pocas nubes que la cubren le van cambiando de tonalidad y, a su compás, también los sentimientos de quien se detiene a contemplarla: un leve estremecimiento.
Eso es lo que siento por ti.