Así y todo, para mí estos ensayos son la destilación de un personaje. El pesimismo que encarnan es tan intenso, tan insistente, que, por mi parte, yo me veo penetrada por la fuerza de su visión. El enfoque de Améry –como el ácido sobre la hojalata– mella en profundidad la veta de su experiencia. Él es un científico y está observando en el portaobjetos de un microscopio una célula que es incapaz de entender teniendo como tiene una epidemia letal soplándole en el cogote. Se sitúa en un lugar donde creo que yo nunca me situaría. Pero, así y todo, lo siento a él plantado allí con fuerza, lo siento mirando al vacío. Es lo profundo de su concentración coaccionada lo que resulta atrayente. O más que atraer, tonifica. La tonificación es sorprendente; a mí me hace detenerme en seco; me hace entender mejor por qué estoy siendo arrastrada.