La Navidad muestra a un Dios muy distinto al dios de cualquier otra religión. ¿Te han traicionado? ¿Te has sentido solo? ¿Has estado en la miseria? ¿Te has enfrentado a la muerte? Pues él también.
Por lo tanto, la Navidad es la manera menos sentimental y más realista de considerar la vida. No dice: "¡Alégrate! Si todos trabajamos juntos podremos hacer de este un mundo mejor". La Biblia nunca nos aconseja que tengamos una actitud de indiferencia ante las fuerzas de la oscuridad, sino que las resistamos. Aunque tampoco nos permite hacernos ilusiones de que podamos vencerlas nosotros solos. El cristianismo no está de acuerdo con los pensadores optimistas que dicen: “Podemos arreglarlo nosotros si lo intentamos de verdad”. Tampoco coincide con los pesimistas que solo ven un futuro distópico. En cambio, el mensaje del cristianismo es que: «las cosas realmente están así de mal y no podemos sanarnos o salvarnos a nosotros mismos. La situación es de verdad muy oscura, sin embargo, hay esperanza”. El mensaje de la Navidad es que «sobre los que vivían en densas tinieblas la luz ha resplandecido”. Hay que darse cuenta de que no dice que del mundo surgiese una luz, sino que sobre el mundo una luz ha resplandecido. Ha venido de afuera. Hay luz fuera de este mundo y Jesús ha traído esa luz para salvarnos.