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Svetlana Aleksievich

El fin del «Homo sovieticus»

  • Iván Méndez Ocampohas quotedlast year
    A veces pienso en mis compañeros de la universidad… Nos hemos convertido en cualquier cosa—altos ejecutivos de agencias de publicidad, empleados de banca, vendedores—; en cualquier cosa menos en filólogos…
  • Irasema Diazhas quoted21 hours ago
    Cuando yo nací, la URSS ya había dejado de existir. Y si algo me disgusta salgo a protestar a la calle en lugar de comentarlo en voz baja en la cocina, como hacían en tiempos soviéticos.
  • Irasema Diazhas quoted21 hours ago
    —El 7 de mayo de 2012 la televisión mostró el suntuoso cortejo de Putin avanzando por una ciudad desierta de camino al acto de toma de posesión presidencial en el Kremlin. No se veía ni un coche, ni un transeúnte. Habían sometido a la ciudad a una limpieza de veras concienzuda. Miles de policías, militares y agentes de los cuerpos de seguridad hacían guardia en las bocas de metro y los portales de los edificios. Por un día la capital parecía limpia de moscovitas y de sus sempiternos atascos. Era una ciudad muerta. Una ciudad cadáver para un zar de pacotilla.
  • Irasema Diazhas quoted21 hours ago
    —No existe ninguna otra alternativa de futuro para la humanidad que no pase por el comunismo.

    —Sobre las puertas del campo de trabajo de Solovki colgaba un lema bolchevique: «Con puño de hierro conduciremos a la humanidad hacia la felicidad». Ésa era una de las recetas para salvar a la humanidad.

    —Ya se me han quitado las ganas de salir a la calle a hacer algo. Lo mejor es quedarse de brazos cruzados. Ni el bien, ni el mal. Porque lo que hoy es el bien, puede ser el mal mañana.

    —No hay nadie más temible que un idealista…
  • Irasema Diazhas quoted2 days ago
    —Yo crecí en una familia de disidentes… En la cocina de una familia de disidentes… Mis padres eran conocidos de Sájarov, repartían literatura prohibida, samizdat. Juntos leímos a Vasili Grossman, a Evguenia Guinzburg, a Dovlátov… Escuchaba Radio Svoboda… Y, naturalmente, en 1991 estuve frente a la Casa Blanca, dispuesto a dar mi vida con tal de que no volviera el comunismo. No había un solo comunista entre mis amigos. Para nosotros, el comunismo era sinónimo del terror rojo, del Gulag. De las celdas.
  • Irasema Diazhas quoted2 days ago
    —Yo tengo cincuenta años y trato de librarme de todo lo soviético que hay en mí. Pero no se me da bien. Trabajo para una empresa privada, pero odio al dueño. No estoy conforme con la manera en que se dividieron el pastel de la URSS, con aquellas privatizaciones a la brava. No me gustan los ricos. Van pavoneándose por las televisiones mostrando sus palacios y sus bodegas de vino… Por mí pueden bañarse en leche en sus bañeras con grifería de oro… No me importa. Pero ¿a santo de qué lo muestran? Yo no sé vivir junto a los ricos. Me duele verlos. Me ofende verlos. Y ya no voy a cambiar mi forma de ser. Viví demasiado tiempo en el socialismo. Hoy se vive mejor, pero el ambiente da asco.
  • Irasema Diazhas quoted2 days ago
    Al pueblo ruso le gusta dejarse llevar por las ideas. Antes se dejó seducir por la idea del comunismo, se entregó a ella con ardor, con fanatismo. Después se hartó, se sintió decepcionado. Y de repente decidió que era hora de renunciar al pasado y sacudirse con fuerza el polvo que había dejado en los zapatos. Que era hora de empezar de cero, por decirlo así. Ahora nos dejamos adormecer por otras ideas, que consideramos nuevas. ¡Adelante, hasta la plena victoria del capitalismo! ¡Pronto viviremos como viven en Occidente! Sueños de color rosa…
  • Irasema Diazhas quoted2 days ago
    las multitudes se rigen por sus propias leyes… Las multitudes son monstruos y el hombre que forma parte de una multitud ya ha dejado de ser aquel con el que charlabas en la cocina, bebiendo vodka o té… Ya no volveré a participar jamás en nada semejante… Ni permitiré a mis hijos que lo hagan…
  • Irasema Diazhas quoted4 days ago
    Corrían los años noventa… Los verdugos todavía estaban ahí… Y se asustaron. El nombre del juez de instrucción que torturó al académico Vavílov apareció en los periódicos. Todavía lo recuerdo: Aleksandr Jvat. El suyo no fue el único nombre que se hizo público, no. Y los verdugos se asustaron. Temieron que desclasificaran los archivos. Que dejaran de ser «secretos». Se pusieron como locos. Nadie se ocupó de recoger la estadística, de anotar cuántos se quitaron la vida, pero hubo muchos suicidios en todo el país. Esas muertes fueron achacadas a la pena por la caída del imperio. Al empobrecimiento general. Pero yo tengo constancia de que muchos ancianos bien acomodados y colmados de honores se quitaron la vida sin causa aparente. Eso sí, todos compartían una circunstancia: tenían un pasado común en los órganos represivos.
  • Irasema Diazhas quoted6 days ago
    Al tío Vania lo devolvían a veces a su celda cargado en una parihuela manchada de sangre y orina. Embadurnado de su propia mierda. Yo no sé en qué momento un hombre deja de ser un hombre… ¿Lo sabe usted?
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