Volví a insistirle mientras hacía la maleta… «Tengo que ir, mamá, y ya he cursado oficialmente la solicitud», me dijo. «¡No tienen derecho a mandarte allí, cuando estás criando a tu hija tú sola», protesté. Pero ella no daba su brazo a torcer. «Si me niego a ir, me echarán del trabajo—me dijo—. Tú sabes muy bien que aquí le llaman voluntario a todo lo que es obligatorio.