Una mañana la cartera abrió la cancela y me preguntó: «¿Ya te has enterado? Se acabaron los comunistas». «¡¿Cómo que se acabaron?!», exclamé. «Han cerrado el Partido Comunista y punto», me dijo. Nadie disparó un tiro. Lo cerraron en un abrir y cerrar de ojos. Ahora todo el mundo va por ahí diciendo que éramos una gran potencia y que lo hemos perdido todo. Pero ¿qué he perdido yo, exactamente? Antes vivía en una casucha sin ninguna comodidad: ni agua, ni tuberías, ni gas. Y ahora, lo mismo. He trabajado honestamente toda mi vida. He trabajado como una mula, no he parado jamás, no sé hacer otra cosa. Y siempre para ganar dos duros. Antes comía macarrones y patatas; y ahora, lo mismo.