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Svetlana Aleksievich

El fin del «Homo sovieticus»

  • Iván Méndez Ocampohas quotedlast year
    A veces pienso en mis compañeros de la universidad… Nos hemos convertido en cualquier cosa—altos ejecutivos de agencias de publicidad, empleados de banca, vendedores—; en cualquier cosa menos en filólogos…
  • Irasema Diazhas quoted21 hours ago
    Corrían los años noventa… Los verdugos todavía estaban ahí… Y se asustaron. El nombre del juez de instrucción que torturó al académico Vavílov apareció en los periódicos. Todavía lo recuerdo: Aleksandr Jvat. El suyo no fue el único nombre que se hizo público, no. Y los verdugos se asustaron. Temieron que desclasificaran los archivos. Que dejaran de ser «secretos». Se pusieron como locos. Nadie se ocupó de recoger la estadística, de anotar cuántos se quitaron la vida, pero hubo muchos suicidios en todo el país. Esas muertes fueron achacadas a la pena por la caída del imperio. Al empobrecimiento general. Pero yo tengo constancia de que muchos ancianos bien acomodados y colmados de honores se quitaron la vida sin causa aparente. Eso sí, todos compartían una circunstancia: tenían un pasado común en los órganos represivos.
  • Irasema Diazhas quoted3 days ago
    Al tío Vania lo devolvían a veces a su celda cargado en una parihuela manchada de sangre y orina. Embadurnado de su propia mierda. Yo no sé en qué momento un hombre deja de ser un hombre… ¿Lo sabe usted?
  • Irasema Diazhas quoted3 days ago
    Tengo buena relación con el hijo de tío Vania. Ni lee a Solzhenitsin ni tiene en su casa un solo libro sobre los campos de trabajo. Había esperado a su padre, pero quien volvió fue un hombre completamente distinto, una ruina humana… Un hombre aplastado, encorvado, que se apagó pronto… «No te imaginas cuánto miedo puede llegar a sentir uno», decía a su hijo: «¡No te lo imaginas!». Ante sus ojos, su juez de instrucción metió un día la cabeza de otro detenido en una bacinilla y la mantuvo apretada contra el fondo, hasta que el hombre se ahogó en los excrementos. Al propio tío Vania lo tuvieron colgado del techo, desnudo, mientras le metían amoniaco por la nariz, por la boca y por todos sus orificios… El juez de instrucción le orinaba en las orejas mientras gritaba: «¡Dame los nombres de toda esa pandilla! ¡Dame sus nombres!». Y el tío Vania se los dio y firmó todo lo que le pusieron delante. De no haberlos dado, de no haber firmado, su cabeza habría acabado pegada también al fondo de la bacinilla.
  • Irasema Diazhas quoted3 days ago
    si echamos de menos las cosas grandiosas, siempre podemos recordarlas en torno a unas botellas de vodka… Que si fuimos los primeros en volar al espacio… Y que fabricábamos los mejores tanques de guerra del mundo, aunque no tuviéramos detergente ni papel higiénico. ¡Y los malditos inodoros soviéticos perdían agua siempre! Lavábamos las bolsas de plástico y las colgábamos a secar en las ventanas para reutilizarlas una y otra vez. Y tener un reproductor de vídeo en casa era equiparable a poseer un helicóptero propio. U
  • Irasema Diazhas quoted3 days ago
    ¿Y qué me dice de todos los ingenuos que se creyeron las reformas de la década de 1960? ¡Una genuina secta de gente honesta! Creíamos que con la caída del comunismo, los rusos se arrojarían a los brazos de la libertad, que aprenderían a ser libres, y lo que hemos visto en cambio es que todos se han lanzado a aprender a vivir. ¡A vivir! Quieren probarlo todo, saborearlo todo, pegarle un mordisquito a todo… Los platos sabrosos, la ropa de moda, los viajes a destinos exóticos… Los rusos quieren ver palmeras y desiertos. Ver camellos… Y no dejarse la piel, arder, andar corriendo toda la vida de un lado a otro empuñando un hacha o una antorcha. Vivir es lo que quieren los rusos, simplemente vivir como viven los demás… Como viven en Francia o en Mónaco… Porque sabemos que esto se nos puede acabar de repente. Nos dieron la tierra, pero nos la pueden volver a quitar. Nos han permitido dedicarnos a los negocios, pero en cualquier momento nos pueden meter en la cárcel. Y quitarte la fábrica o la tienda. Y ése es un miedo que nunca deja de estremecer los sesos. Que te produce un permanente hormigueo en la nuca. ¡Ésa ha sido la historia de nuestro país!
  • Irasema Diazhas quoted3 days ago
    El socialismo se parece a la alquimia, ¿sabe? Se volaba hacia adelante y se llegó a nadie sabe dónde. Circulaba un chiste que decía: «¿A quién hay que ir a ver si uno quiere afiliarse al Partido Comunista?». Y la respuesta: «Al psiquiatra». Entretanto, nuestros mayores… Mis padres… Mi madre misma… A ellos les gustaría escuchar que vivieron una vida plena, que no vivieron sus vidas en vano, que creyeron en aquellas cosas en las que valía la pena creer. En cambio, ¿qué es lo que les dicen ahora? Pues que vivieron en la mierda y que no tuvieron más que cohetes y carros de combate ruinosos. Estaban dispuestos a repeler a cualquier enemigo. ¡Y lo habrían derrotado! Pero el país se les hundió sin necesidad de guerra alguna. Y nadie es capaz de explicárselo. Porque habría que reflexionar mucho para comprenderlo. Y a eso, a reflexionar, a pensar, no nos enseñaron. El miedo es lo único que pervive del pasado.
  • Irasema Diazhas quoted4 days ago
    Y las tropas desplegadas en Afganistán volvieron a casa… Volví, pues, con vida, e imbuido de la certeza de que todos los que habíamos luchado allí éramos héroes. Héroes que ahora volvíamos a nuestra patria para encontrarnos con que ya no existía. En lugar de la patria, nos esperaba un país nuevo al que todos nosotros le traíamos sin cuidado. El Ejército se hundió de golpe y a nosotros, los militares, nos cubrieron de injurias, de lodo. ¡Comenzaron a llamarnos asesinos! Habíamos sido defensores del socialismo y ahora no éramos más que una pandilla de criminales.
  • Irasema Diazhas quoted4 days ago
    ¿Qué anhelábamos en realidad? Nuestros padres querían leer todo lo que se publicaba y hablar de todos los temas que habían estado silenciados tantos años. Soñaban con vivir en un socialismo con rostro humano… ¿Y nosotros, los jóvenes? Nosotros también anhelábamos la libertad, aunque no supiéramos en qué consistía exactamente. Sólo conocíamos la teoría… Queríamos vivir como se vivía en Occidente. Escuchar la música que escuchaban los occidentales, vestir como ellos, recorrer mundo como ellos. «Queremos cambios, cambios…», cantaba Víktor Tsoi. No teníamos idea de adónde nos encaminábamos. Pero íbamos cargados de sueños y más sueños…
  • Irasema Diazhas quoted4 days ago
    Todos somos pobres. Toda mi generación, todos los que antes fuimos soviéticos… Carecemos de cuentas bancarias y de propiedades inmobiliarias. También los objetos que usamos son soviéticos y nadie nos dará un céntimo por ellos. ¿Con qué capital contamos? Nuestra única posesión es el dolor que padecimos, las vivencias que atesoramos.
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