Nuestro mundo está lleno de filtros, Photoshop y, bueno… —Se encoge de hombros—. Cosas falsas. —Sigue tocando acordes—. Y eso es porque queremos que todo el mundo crea que somos perfectos. El problema es que nadie lo es, y esa ansia interminable por parecerlo destruye nuestra voz. O, al menos, destruyó la mía.