Liderazgo

Cuando sonreímos con sinceridad, la amabilidad se refuerza a sí misma: si estamos felices sonreímos, y el sonreír nos hace felices. Este feedback facial también es contagioso, porque solemos imitar las expresiones y las emociones no verbales de los demás. Así pues, cuando vemos a alguien que sonríe y emana una amabilidad auténtica, no podemos evitar sonreír también.

Tu manera de presentarte en las diferentes situaciones laborales influye en la percepción que los demás se forman de ti. Aunque no seas una persona especialmente afectuosa, practicar estas técnicas, y utilizarlas en situaciones formales e informales te allanará camino hacia la influencia.

Antes de que la gente decida qué piensa de tu mensaje, decidirá qué piensa de ti. Si demuestras a tus empleados que tienes más o menos la misma visión del mundo que tienen ellos, les estarás demostrando que tienes empatía y, además, que tienes sentido común —la calificación más importante para que te escuchen—.

La gente tiene la necesidad de sentirse partícipe, de sentir que pertenece al grupo. De hecho, algunos psicólogos sostienen que la necesidad de sentirse incluido en el grupo es una de las principales necesidades de los seres humanos.

Anteponer la competencia perjudica al liderazgo: sin una base de confianza, la gente de la organización cumplirá los deseos de los líderes de cara al exterior, pero es poco probable que lo haga en privado; es decir, que adopte los valores, la cultura y la misión de la organización de una forma sincera y duradera. En los lugares de trabajo en los que no hay confianza impera la cultura de «cada empleado mira por sí mismo», y la gente siente que debe estar atenta en cuanto a proteger sus intereses se refiere.

En los entornos directivos, la confianza incrementa el intercambio de información, la transparencia, la fluidez y la cooperación. Si se confía en que los trabajadores harán lo que tengan que hacer y vivirán de acuerdo a sus compromisos, la planificación, la coordinación y la ejecución serán muchos más fáciles. La confianza también incrementa el intercambio y la aceptación de ideas —lo cual posibilita el que la gente escuche también los mensajes de los demás—, y aumenta la cantidad y la calidad de las ideas que se producen dentro de la organización. Y lo más importante: la confianza ofrece la posibilidad de cambiar ciertas actitudes y creencias de la gente, no solo su comportamiento. Este es el punto débil de la influencia y de la habilidad de hacer que la gente acepte plenamente tu mensaje.

Mantén la calma ante el caos. La gente con una voz ejecutiva efectiva no se altera fácilmente. ¿Eres capaz de demostrar un liderazgo sensato cuando parece que todos los que están a tu alrededor pierden la compostura? Cuando consigas atenerte a los hechos y no caer en una crisis emocional por muy estresado que estés, serás capaz de liderar con una voz ejecutiva más poderosa.

Un creciente número de investigaciones sugiere que la mejor forma de influir y liderar empieza por la amabilidad, que es la conductora de la influencia: facilita la confianza, la comunicación y el asumir ideas.

Para desarrollar tu voz de ejecutivo, dedica tiempo a hablar, por lo menos una vez por semana, con una persona de fuera de tu equipo inmediato o de tu área funcional. Intenta averiguar:

•Cómo encaja esa persona en el conjunto de tu empresa.

•Cuáles son sus objetivos y sus retos.

•Cómo podrías ayudarle como socio estratégico de la empresa

Aporta soluciones, no solo problemas. Después de formar a muchos, y distintos, ejecutivos, he comprobado de primera mano que muchos de ellos se sienten frustrados cuando la gente les explica los problemas y no les ofrece soluciones. Liderar estratégicamente con una voz de directivo potente implica solventar los problemas, y no limitarse a señalar los asuntos espinosos.

Demostrarás ser más estratégico si haces tus deberes y te comprometes a analizar las situaciones. Aporta ideas frescas que no sean las obvias. Y, aunque no tengas la respuesta perfecta, demostrarás tu habilidad para encontrar soluciones más inteligentes.