Después de todo, no hay que pasar por alto que, en la actualidad, doscientas sesenta y cuatro personas tienen, por herencia o ingresos, tanto patrimonio como las otras siete mil millones que habitan este planeta. Se trata de un desequilibrio mucho más importante del que pudo haber tenido lugar en la época de las monarquías absolutas. Las desigualdades del mundo contemporáneo son mucho más grandes que las de cualquier otro período de la historia. La ley fundamental del monstruo en cuestión no se define, científicamente –y esta es la esencia del marxismo–, mediante una mayor libertad, sino mediante una mayor desigualdad.