Con esta sensacional novela, aparece la anticipación más asombrosa e increíble de cuantas surgieron de la poderosa fantasía de Julio Verne: la predicción de los viajes interplanetarios. Para la ciencia de la segunda mitad del siglo XIX el viaje a la Luna era la más absurda de las creaciones imaginativas del gran escritor y, de hecho, su relato De la Tierra a la Luna es el que causó más escándalo en el mundo serio y comedido de los científicos. No se aceptaba ni siquiera como probable en teoría que un aparato semejante al ocupado por el alegre Michel Ardan, el impetuoso capitán Nichols y el solemne Barbicane pudiera traspasar la atmósfera terrestre con destino a la Luna. Para muchos se trataba de una aberrante fantasía que no podía hacer más que embaucar a mentes poco fundamentadas. A lo largo de un siglo, sin embargo, desde la publicación en 1865 de De la Tierra a la Luna hasta el prodigioso viaje de Armstrong, Aldrin y Collins en julio de 1969 a bordo del Apolo XI, el escepticismo científico que tanto vituperó a Verne se desautorizaría por completo y la verdadera ciencia le daría la razón, haciendo posible lo narrado en su novela de la forma más indiscutiblemente real. Todo el mundo pudo contemplar cómo el hombre llegaba efectivamente a la Luna. La realización concreta de esta empresa no coincidió, por supuesto, con todas las condiciones ideadas por Julio Verne. No obstante, la predicción exacta de algunos detalles todavía asombra hoy en día. En primer lugar acertó en el número de astronautas. En todos los vuelos espaciales a la Luna siempre se ha repetido el número tres, como copia exacta de Ardan, Nichols y Barbicane. Por otra parte, existen varias coincidencias entre el proyectil imaginado por Verne y la nave Apolo VIII, la que tripulada por Borman, Lovell y Anders fue la primera en llevar en 1968 a unos seres humanos fuera del campo gravitacional de la Tierra, rodear la Luna y regresar a nuestro planeta. El peso de ambos vehículos, la velocidad empleada y el lugar de amerizaje resultaron increíblemente aproximados.