Los versos de Fuga de capitales describen lo que parecieran ser experiencias de alguien que vive y siente por primera vez, algo a lo que el tono inocente y reflexivo contribuye con la consolidación de una hoy inhabitual atmósfera de calidez e intimidad: “La dulzura es la violencia que nos salva”. Hay en estos poemas un yo que deambula por una casa donde sobran cajones de cerveza y faltan abrazos. El tono reflexivo se lee como una invitación a entrar tanto al hogar como a las meditaciones de alguien que intenta sobrevivir en un mar de angustias y de autoconciencia