La chica que se llevaron (versión española)

—Si vas por la vida haciendo lo que todos quieren que hagas, te despertarás un día viendo que ha pasado la vida y no has hecho nada de lo que querías hacer.

PUÑETAZOS DE LIVIA ERAN certeros y se estrellaban con un chasquido sonoro contra el casco de Randy cada vez que lograba hacer contacto. Él se cubría con suficiente pericia como para que ella viera que no le estaba haciendo ningún daño, sino que solamente lo mantenía alejado. Livia cambió el peso a la pierna izquierda para preparar la patada, cuando vio que él levantaba el brazo, anticipándose. Rápidamente, giró a la derecha y estrelló el codo contra la sien de Randy, que cayó al suelo.

Megan se dirigió hasta donde estaba su padre y cogió la radio que le colgaba del hombro. Movió los diales y botones con una destreza fruto de haber observado a su padre durante años. Presionó un botón al lado del micrófono y se lo llevó a la boca.

Pasó los siguientes minutos revisando a Elizabeth Jennings. Vio que estaba mal alimentada, desnutrida y con abrasiones en las muñecas y los tobillos.

Al encontrarse con la luz, la chica se enroscó en posición fetal, con los brazos alrededor de las piernas.

Sin la linterna, la noche la confundía. Dio varios pasos en la dirección equivocada, hasta que divisó el brillo

Casey levantó a Megan, cuya cabeza y cuyos brazos se balanceaban como los de un muñeco de trapo, y la cargó sobre los hombros. Encendió una linterna y echó a andar hacia una de las casas

Bajó del coche de Nicole y abrió la puerta trasera del suyo. En efecto, la chica estaba inconsciente, tirada como borracha en el asiento trasero, con el saco sobre la cabeza y las ligaduras de plástico sujetándole las manos detrás de la espalda. Tenía una pierna extendida sobre el asiento con el tapizado roto y la otra en el suelo.

CASEY MIRÓ LOS FAROS DEL coche de Nicole por el espejo retrovisor, para comprobar que lo seguía. No había respondido al teléfono. Estaba seguro de que era Nicole para preguntar por qué no se estaban dirigiendo a la Cervecería Coleman’s. La melodía de llamada del teléfono, la canción “Sweet Home Alabama”, desentonaba con el llanto y las súplicas de la chica histérica que se encontraba en el asiento trasero y que no paraba de llamar a su padre. Casey subió el volumen de la radio.

Sacó el encendedor y se lo lanzó a Livia—.