A fin de llevar a cabo su tarea Cristo eligió hombres humildes, y no instruidos. Tenía el objetivo de capacitar y educar a estos hombres. A su vez, ellos debían educar a otros y enviarlos con el mensaje del evangelio. Recibirían el poder del Espíritu Santo. El evangelio no sería proclamado por sabiduría humana, sino por el poder de Dios.