En el prólogo, Fabián Casas dice: «Sólo relatos extraordinarios, algunos menores y hermosos en su condición, otros desmesurados y milimétricos en su lenguaje. Respiración de poesía y voluntad de inscribir en el mundo el paso de una percepción, de una experiencia. Esos chicos que se reúnen para chupar, coger, comer, para pelear. Los que se mueven en el margen pero que quizá estén en el centro de todo, cerca del corazón del lector. Qué bueno que la naturaleza nos dé de vez en cuando un libro como este. Un libro sin estereotipos, un libro puro.»