A consecuencia de haberse mezclado los cromosomas de aquel paleopiteco tan macho y los de la premujer cuadrúmana, tuvo lugar un tipo de meiosis y un acoplamiento de genes que produjeron, transmitidos a través de 30.000 generaciones, aquella sonrisa en los labios de la señorita enfermera, parecida a la de Monna Lisa, que sedujo al joven cirujano Kouska. Sin embargo, aquel eucalipto había podido crecer cuatro metros más lejos. En tal caso, la cuadrúmana no se habría caído huyendo de paleopiteco al tropezar con una raíz gruesa, habría tenido tiempo de subirse a un árbol y, si hubiera tenido tiempo de subirse a un árbol, no habría concebido.