Es difícil que la afirmación “el fútbol es importante para las identidades sociales/etáreas/de género/raciales” pueda a esta altura sorprender a alguien: la cuestión estriba en indagar cómo, de qué manera, desde cuándo, en qué lugar y con qué inflexiones. Y con qué rigor, además, se escapa a la vulgarización periodística.