Tanto buscar mujeres por el mundo
para dormir, y perpetuar mi fuego.
Tanto leer la cara de la sabiduría
en la ceniza de los pensamientos.
Tanto correr para quedar inmóvil
como el viento en su estatua primitiva.
Tanto vestirme para estar desnudo
con mi animal, y solo con mi muerte.
Tanto olvidar la leche de mi madre.
Tanto gustar los velos y las brisas.
Tanto amar las cadenas. Tanto odiarlas.
Tanto error. Tanto vicio disfrutado.
Tanto usar la razón, para perderla.