Irene fue una niña feliz, a la manera en que se era feliz en aquella época, marcada por la guerra, la pobreza y el miedo. Sin embargo, nunca entendió bien quién eran aquella «señorita» y aquel «señor» que a veces la visitaban y la llevaban al cine o a merendar, y con los que tenía que ser educada y a los que no osaba hacer preguntas.
Poco a poco, el lector irá hilvanando los fragmentos de una historia de amor, abandono y pérdida ambientada en la Barcelona de la Guerra Civil y la posguerra, en la cual participan todos los estamentos de la sociedad de la época.
La autora consigue relatar acontecimientos dramáticos con sencillez, ternura e incluso con humor, y muestra una realidad caleidoscópica en la cual se mezclan la represión, la dureza y las convenciones sociales con las ganas de vivir de la protagonista.