Con prólogo de Carmen Amoraga (finalista del Premio Nadal de 2007 con su obra Algo tan parecido al amor y finalista del Premio Planeta en 2010 con El tiempo mientras tanto) que ha dicho de ella:
“Y en eso, llegó Sònia, la columnista de las cosas pequeñas, de las cosas cotidianas, de la realidad a pie de calle. La que habla sin tapujos de las relaciones entre las personas, de la dictadura de la báscula, de literatura, de cine, de la sinceridad sobrevalorada, de la amistad, de la capacidad de tener sueños y de perseguirlos, del amor y de la pérdida, de la pérdida irreversible que nos deja huérfanos, y hasta de las dificultades para ir al baño de las mujeres.”
Las columnas de Sònia me han hecho sonreír, y algunas han hecho que un nudo en la garganta me impidiese hablar durante un rato. Y me han hecho sentir admiración por mi compañera y mi amiga, pero sobre todo por la persona que no tiene miedo arremangarse para bajar a la arena de la vida real y ponerle nombre, sin tapujos ni vergüenzas, de lo que más nos preocupa a los seres humanos…”
