Sol es una preparatoriana de 18 años que estudia baile flamenco; a Héctor, su novio, lo llama «Patas de araña». Sus padres se divorciaron y ella vive con su madre, que nunca se volvió a casar. Su padre formó otra familia con una mujer llamada Elena y tienen dos hijos: Toño y Quique. Sol se encuentra ante un dilema: le encanta bailar flamenco, pero recibe opiniones de sus seres queridos tratando de disuadirla de seguir con la danza. Para Sol, significa decidir por primera vez su futuro, si será lo que es, lo que siente que es ella y lo que quiere ser o dejará que decidan por ella los adultos que la rodean y que insisten, naturalmente, en tener «la sartén por el mango». Es una cuestión difícil que se plantea a lo largo de la novela partiendo de las meditaciones de Sol, que explora los demonios, fantasías, ataduras, dudas y vacilaciones en torno a la elección de su futuro; al final, Sol vence sus miedos, y como Alicia en el País de las Maravillas, transita por sus mundos internos donde descubre cómo abandonar las frustraciones ajenas y se decide a cruzar el espejo. Un espejo lleno de poesía, de verdad y de baile, donde su corazón y su pasión serán sus únicas brújulas.