No, dijo Scilla, no era fácil criar a una hija; se pensaba que a estas alturas, en una sociedad moderna como la nuestra, habían desaparecido ciertos prejuicios, pero lo cierto era que no, ella misma se había visto expuesta a todo tipo de maledicencias por el hecho de estar separada, y a Barbara, sólo por ser escandalosa y muy cría, muchos la tomaban por una casquivana, cuando en realidad no era más que una muchacha.